La locura de la elite no cesa. Tras la conquista de Libia y los conflictos actuales en Siria, el siguiente en la agenda Nazi-sionista es Iran. Parecen no desistir en su afán por controlar los recursos de estos países, en su locura por conquistar el mundo y ser los únicos dueños del conocimiento que nos liberaría a todos los niveles.
La estrategia para poder invadir Iran va tomando las mismas bases que las que tomó Irak antes de su invasión. Parece que la pobre excusa de las armas de destrucción masiva renace en Iran. Acusan a Iran de llevar a cabo un programa nuclear que podría tener intenciones bélicas, pero lo cierto es que los únicos que no se cansan de invadir países y crear disturbios son los mismos de siempre... aquellos que adoptan el disfraz de salvadores de la tierra mientras van montando las piezas de un puzle de mal gusto llamado Nuevo Orden Mundial.
Las armas de destrucción masiva jamás encontradas en Irak no fueron suficiente para convencernos de que había que invadir el país. Tuvieron que prefabricar la madre de las banderas falsas con el famoso 11-S que a tantos nos quito la venda de los ojos. A veces me dicen que me creo lo que quiero creer, pero a lo contrario de lo que pudiera parecer, no sigo religión ni ideología política alguna. Yo era feliz pensando que la primera potencia mundial arreglaba los desaguisados de ególatras como Saddam Hussein o Muamar Gadafi. La mentira en este sentido era más bonita y peliculera. Los "buenos" viajaban a los países árabes a salvarlos de su ostracismo. Ahora podrían disfrutar de una merecida democracia.
Ya han embargado la venta de crudo de Iran. Un nuevo navío de EEUU ha llegado a la zona y ahora la siempre aliada de EEUU, Arabia Saudí, dice que facilitará su espacio aéreo sí Israel decide invadir Iran. No hacen otra cosa que engañarnos en su afán por crear un gran caos a todos los niveles.
Países Europeos como España compró crudo a Iran para seis meses. Todo me hace sospechar que la gran bandera falsa que serviría de detonante para la invasión de Iran, podría ocurrir en los juegos olímpicos de Londres 2012. Un asesinado Rick Clay da testimonio de ello.