Vamos a dejar de lado la notoria influencia religiosa que kirk Cameron trae a este film y miremos este largometraje como una buena lección de vida que podemos aplicar.
Es curioso como en la terapia transpersonal como en este mismo film el numero 40 toma importancia como una fecha clave para poder cambiar las cosas. Quiero enfatizar que aunque no esté de acuerdo en algunas afirmaciones que se dan en el film, sigo considerando que trae un buen aporte de cosas positivas. Hablar de Dios y de la cruz y no hablar de nuestro poder divino capaz de cambiar nuestras vidas es algo que me gustaría cambiar en esta cinta. Me da la sensación de que en este film se mira afuera y se delega demasiado en creer en un Dios externo y "separado" de nosotros. Desearía que el film hiciera hincapié en que ese dios, llamémoslo como queramos, está en cada uno de nosotros y no responde al cristianismo ni a ningún otro tipo de religión o símbolo. Simplemente somos parte de él y por lo tanto tenemos el poder para cambiar nuestras vidas.