24 pequeñas maneras de amar:
- Aprenderse los nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
- Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
- Pensar por principio bien de todo el mundo.
- Tener la manía de hacer el bien sobre todo a los que no se la merecerían teóricamente.
- Sonreír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
- Multiplicar el saludo incluso a los semi conocidos.
- Visitar a los enfermos sobre todo si son crónicos.
- Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú es un compromiso.
- Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
- Olvidar ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
- Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
- Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
- Contestar si te es posible, a todas las cartas.
- Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
- Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, subrayar todo lo positivo que encuentres en ellos.
- Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
- Hacer regalos muy pequeños que demuestren el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo.
- Acudir puntualmente a las citas aunque tengas que esperar tú.
- Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
- Dar buenas noticias.
- No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
- Exponer nuestras razones en las discusiones pero sin tratar de aplastar.
- Mandar con tono suave. No gritar nunca.
- Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.
La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Y ya sé que son minucias. Pero con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.
Alicia Acuña