“El poder de la imaginación” es el título de un breve cuento sobre tres gusanos de seda: pesimista, realista e idealista que enfocan la Vida y los momentos de cambio con visiones distintas.
El relato está extraído del libro “Veintitrés maestros, de corazón. Un salto cuántico en la enseñanza” del profesor de matemáticas y física y divulgador del nuevo paradigma científico y educativo Carlos González Pérez.
Con esta metáfora el profesor trataba de explicar a sus alumnos hasta qué punto las creencias nos limitan y condicionan nuestro futuro que tiene muchas más posibilidades de lo que creemos con mentes encorsetadas.
Los cambios producen miedo y resistencias a todos los niveles, pero, sabiendo que las crisis son oportunidades de transformación, es mejor cultivar un optimismo constructivo y fluir.
EL PODER DE LA IMAGINACIÓN
Érase una vez tres gusanos de seda que ignoraban su futuro como mariposas. Sus nombres eran: Pesimista, Realista e Idealista. Se les acercaba la hora de su transformación y empezaron a sentir los primeros síntomas….
Su voraz apetito fue desapareciendo, su movilidad menguaba a gran velocidad y, finalmente, sintieron como el capullo les aislaba del mundo conocido, de la seguridad de lo cotidiano. En la oscuridad del misterio de su futuro, tuvieron pensamientos distintos:
- Pesimista se dijo a sí mismo que estaba viviendo el final de su vida, y en lo más profundo de su sentir, se despidió de los buenos momentos.
- Realista se dio ánimos diciéndose que todo aquello sería momentáneo y que, tarde o temprano, todo volvería a la normalidad.
- Idealista sintió que, aquello que le estaba ocurriendo, podría ser la oportunidad para que se cumpliese su sueño más preciado: poder volar. Y aprovechó la oscuridad para perfeccionar sus sueños.
Cuando los tres capullos se abrieron, dejaron ver tres realidades iguales y distintas, a la vez…
Pesimista era una bellísima mariposa, pero…. estaba muerta… Había muerto de miedo.
Realista era una hermosísima mariposa, pero…. a pesar de ello, empezó a arrastrarse como cuando era gusano. Con satisfacción, dio las gracias al cielo por haber podido seguir igual.
Idealista, nada más ver la luz del día, buscó sus alas… y al verlas, su corazón rezumó alegría, emprendió el vuelo, y dio las gracias, repartiendo su dicha por todo el bosque.”